lunes, 31 de mayo de 2010

"La huella de Ricardo Calero es una huella gráfica, escrita"

El pasado 27 de abril se inauguró la exposición Grabado... tiempo, de Ricardo Calero. Esta exposición, que permanecerá hasta el 13 de junio como explicamos en nuestra anterior entrada, muestra un trabajo de experimentación e investigación sobre el grabado, especialmente de Francisco de Goya.

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"Grabado... tiempo" se divide en tres bloques temáticos. Dos apartados sobre la serie Los Disparates: Disparate interior y Disparate exterior, en los que Calero mezcla el grabado, la fotografía, la acción y la creación del objeto, y un tercer apartado inédito hasta esta exposición y que se ha añadido con motivo del regreso a Zaragoza de la obra: la exposición de las piedras que recrean el espacio que ideó Calero, y una colección de documentos que dan testimonio de cómo se realizó.

Esta obra, además, ofrece una peculiaridad. Se han celebrado dos jornadas en las que los asistentes al Paraninfo pudieron disfrutar, aparte de de la obra de Calero, con una experiencia en el arte más allá de la contemplación. El propio autor, Ricardo Calero, y el comisario, Fernando Casto Flórez, acompañaron a los visitantes a lo largo de la exposición profundizando en el significado y el papel de cada obra, y narrando las anécdotas que “Grabado… tiempo” ha vivido en los diversos lugares en los que ha sido exhibida, desde Canadá hasta República Checa.

Sembrando letras en la tierra.

Estas jornadas finalizaron con la conferencias de Castro Flórez sobre la obra del artista aragonés. Los asistentes del 10 de mayo, día de la primera charla, tuvieron la oportunidad de escucharle por primera vez.

“Es fácil trabajar con Ricardo –Calero– porque tiene las cosas muy claras”, afirmó el comisario, que dirigió el coloquio. Hora y media de una interesante charla que ahondó en las referencias del artista aragonés, desde el inicio del acercamiento a la pintura y el dibujo hasta las últimas tendencias.

Según Castro Flórez, Calero desarrolla un arte que trata lo místico, lo filosófico, los límites, la nada, el silencio, la ausencia, la vida; partiendo de una dualidad entre el exterior (la sociedad y sus problemas, la guerra, la violencia) y el interior (la tierra, el germinar, el medio ambiente, las fronteras, la naturaleza). Grabado… tiempo es un intento de reconstruir, pensar y reflexionar sobre Goya, de iniciar y mantener una conversación con sus obras. Una conversación que se asienta en el simbolismo (el germinar de las piedras, el realizar un grabado de estas caracterísiticas).

Se puede identificar en Ricardo Calero la manifestación de la melancolía, el intento de retener algo efímero y esa relación entre el genio y la melancolía, a la vez que hace un reflexión sobre el lugar y el no-lugar; el significante puro, la forma sin significado. Constituye una mirada distinta sobre el tiempo y la finitud, ese tiempo que se expande en los disparates. Una mirada del revés, una reconstrucción.

También incidió el comisario en la forma de interpretar el dolor irracional con la influencia racionalista de Kant; la búsqueda, además del dolor propio, del dolor ajeno. Por ello, el de Calero es un arte del encuentro y a la vez de la desposesión, que trabaja en la herida a pesar de que es imposible conceptuar la magnitud del dolor. Una búsqueda, en definitiva, del otro y del diálogo.

“La huella de R. Calero es una huella escrita, gráfica”, incidió Castro Flórez, una huella platónica porque, a su manera, reescribe lo que es el paisaje sobre el paisaje, con una escritura seminal, fecunda, que germina, que crea, que se reproduce; que toma la lejanía, la nada y el silencio como punto de partida.

La conferencia de Castro Flórez no dejó indiferente al público, con una cuidada documentación, un gran hilo conductor y muy correcta técnicamente, profunda y densa, que abordó por completo todas las facetas. Sin embargo, el propósito de la charla, el encuentro y el debate del artista, quedó relevado a un segundo plano porque la conferencia del comisario copó la práctica totalidad del tiempo. Ricardo Calero recibió alagado la extensa disertación que se planteó sobre su obra y se mostró comunicativo y cercano con los asistentes, que salieron muy satisfechos de esta especial tarde en el museo del Paraninfo de Zaragoza.

M. V. S.

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